Señales de que tu hijo necesita ayuda emocional tras el divorcio
El divorcio puede impactar profundamente la vida emocional de los hijos, especialmente en edades tempranas. Este blog ofrece una guía práctica para identificar señales de alerta que indican que un niño necesita apoyo emocional, tales como cambios en el comportamiento, somatizaciones o frases de autodevaluación.

El divorcio es una experiencia altamente estresante, no solo para la pareja, sino especialmente para los hijos. Desde la clínica vemos cómo los niños y adolescentes viven estos procesos como una ruptura en su estructura emocional y simbólica de seguridad. Identificar a tiempo las señales de sufrimiento emocional, comprender cómo afecta el divorcio según la etapa del desarrollo y brindar acompañamiento psicológico puede prevenir la consolidación de síntomas a largo plazo.
Este blog está dirigido a madres, padres, docentes y profesionales que acompañan infancias, con el objetivo de brindar información comprensible, útil y profunda desde la experiencia clínica y los modelos de intervención más efectivos.
1. Cambios emocionales comunes en niños tras un divorcio
Cuando los padres se separan, los niños experimentan múltiples pérdidas: la pérdida de la convivencia con ambos padres, la rutina diaria, el entorno seguro, e incluso el acceso equitativo a los recursos y afectos. En mi experiencia clínica, estos son algunos cambios frecuentes:
Llanto frecuente sin motivo aparente, necesidad constante de compañía, miedo a quedarse solo.
Cambios en el apetito o el sueño, pesadillas repetidas, insomnio o despertares nocturnos.
Regresiones evolutivas: niños que vuelven a usar chupete, a hablar como bebés o a mojar la cama.
Aislamiento social o dificultades en el juego con pares.
Estos síntomas no siempre aparecen de inmediato. Algunos niños tardan semanas o meses en expresarlo emocional o conductualmente. Por ello, es fundamental observar con atención sostenida.
2. Señales de alerta que no debemos pasar por alto
Aunque algunos cambios son esperables, existen signos que requieren intervención profesional:
Síntomas internalizantes: tristeza persistente, retraimiento, bajo autoestima, pensamientos negativos sobre sí mismo.
Síntomas externalizantes: irritabilidad constante, explosiones de ira, conductas oposicionistas o provocadoras.
Somatizaciones frecuentes: dolor de estómago, vómitos, dolores de cabeza o fatiga constante, sin causa médica.
Juegos repetitivos sobre divorcio, abandono o familias rotas.
Comentarios como: “No me quieren”, “Papá me dejó”, “Todo es culpa mía”.
Caso clínico real: Un niño de 7 años comenzó a construir casas con la caja de arena y luego destruirlas. Repetía frases como “la casa se rompió” o “no hay papá”. El lenguaje no decía mucho, pero el juego revelaba una narrativa de pérdida no elaborada.
3. Cómo influye la edad del niño y su entorno
Cada etapa del desarrollo procesa el divorcio de forma diferente:
Primera infancia (0-5 años): egocentrismo emocional, donde todo lo que ocurre lo relacionan consigo mismos. Frases como “papá se fue porque me porté mal” son frecuentes. La falta de herramientas verbales hace que el juego y la conducta sean su lenguaje.
Niñez media (6-11 años): aparece un pensamiento más lógico. Pueden comprender la separación, pero aún no manejan emocionalmente la ambigüedad. Suelen preocuparse por el futuro, y sienten miedo de ser “obligados a elegir” entre ambos padres.
Adolescencia (12+): cuestionan las decisiones adultas, se polarizan con uno de los progenitores, y puede emerger rebeldía, indiferencia aparente o conductas impulsivas (auto-lesiones, consumo, aislamiento extremo).
También influyen otros factores protectores o de riesgo:
Nivel de conflicto entre padres (especialmente si hay violencia, manipulación o triangulación emocional).
Presencia de una red de apoyo significativa.
Capacidad de los adultos para validar emociones y sostener límites.
Estabilidad en los cambios (nueva casa, nueva escuela, nueva pareja parental).
4. Impacto emocional en edades tempranas
Las edades más sensibles son las comprendidas entre los 0 y 6 años. En esta etapa el niño necesita estabilidad para consolidar su sensación de seguridad básica, como lo plantea Bowlby en la teoría del apego.
Una ruptura no acompañada puede generar:
Problemas de regulación emocional: rabietas desmedidas, intolerancia a la frustración.
Inseguridad y desorganización del apego: hipervigilancia, miedo constante a la separación.
Construcción de creencias negativas: “el amor se rompe”, “las personas se van”, “no soy digno de que se queden”.
A largo plazo, estos patrones pueden dar lugar a relaciones disfuncionales o dificultades de autoestima.
5. Qué errores evitar como adultos
Estos errores, aunque bien intencionados, suelen aumentar el malestar emocional:
Evitar el tema: “Ya se le pasará, es chiquito y no entiende”. Falso. No entender no implica no sentir. El niño necesita que se le nombre la situación.
Responsabilizar al niño indirectamente: “Papá no vino porque te portaste mal”.
Convertir al niño en mensajero emocional o espía.
Compartir información inadecuada para su edad.
Usar frases descontextualizadas: “Tenés que ser fuerte”, “Tenés que cuidarme ahora vos a mí”.
Los niños no deben cuidar emocionalmente a los adultos. Necesitan adultos disponibles que les contengan y orienten.
6. ¿Cuándo y cómo puede ayudar la psicoterapia infantil?
La intervención psicológica es muy efectiva si se realiza tempranamente. Algunos enfoques recomendados:
Terapia Cognitivo Conductual (TCC):
Ayuda al niño a identificar pensamientos disfuncionales, desarrollar habilidades de afrontamiento y estrategias para expresar y regular emociones.
Ejemplo: una niña de 8 años decía constantemente “es mi culpa”, y a través de la reestructuración cognitiva, entendió que no podía controlar las decisiones de los adultos.EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular):
Muy útil cuando el divorcio ha estado asociado a eventos traumáticos como gritos, abandono, violencia o mudanzas abruptas. Reprocesa la información emocional bloqueada mediante estimulación bilateral.
Ejemplo: un niño de 9 años dejó de tener pesadillas tras reprocesar, en tres sesiones, un episodio de discusión violenta entre sus padres.Terapia de Juego:
Permite al niño expresar emociones complejas a través del juego simbólico. Se trabaja con muñecos, plastilina, títeres, dramatizaciones.Terapia con Caja de Arena:
Técnica proyectiva donde el niño escenifica su mundo interno. Recomendable cuando no logra verbalizar lo que siente o hay alta carga emocional.
Ejemplo: una niña representó un mundo dividido, con padres en extremos opuestos, y un puente frágil. Desde allí iniciamos intervenciones de integración emocional.ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso):
Enseña al niño a aceptar las emociones dolorosas como parte de la experiencia humana, sin dejar que éstas dominen su conducta.
7. Herramientas prácticas desde la crianza respetuosa
Una crianza respetuosa no niega los límites, sino que los establece con afecto y validación emocional:
Validar las emociones: “Entiendo que estés triste porque papá no vino”.
Evitar juzgar o ridiculizar lo que siente.
Dar información clara: sin mentir, sin excesos y adaptada a su edad.
Favorecer la expresión emocional: dibujos, cuentos, títeres, conversaciones.
Cuidar la estabilidad: mantener rutinas, horarios, momentos especiales con cada progenitor.
Recomendaciones finales para madres, padres, docentes y profesionales
Observá con atención los cambios emocionales o de conducta.
Mantené una comunicación abierta, adaptada a su edad.
Buscá ayuda profesional si las señales de alerta persisten o se agravan.
Involucrá a la escuela y demás cuidadores en el acompañamiento emocional.
Recordá que el sufrimiento emocional no se supera solo con el tiempo: se necesita validación, espacio y acompañamiento.
Lo más importante: tu hijo no necesita una familia perfecta, necesita adultos emocionalmente disponibles.
Conoce nuestras psicólogas y terapéutas infantiles en Costa Rica.

¡Hola!, Soy la psicóloga Priscilla Leiva, psicoterapeuta, graduada de la Universidad Latina de Costa Rica y finalizando estudios de la Maestría en estimulación temprana de la Universidad Santa Paula, código profesional 13305 del Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica.
Cuento con experiencia en terapia para pacientes niños, adolescentes y adultos en temas de ansiedad, depresión, estrés, ataques de pánico, además en procesos de capacitación de personal a nivel organizacional.
Me he desarrollado como profesional en mi consulta privada así como en diversas organizaciones como CENARE, NETCOM, Municipalidad de Goicoechea, MIDEPLAN, Asamblea Legislativa y Occidente Consultorías.

Conóceme
¡Hola! Soy la Dra. Sharon Thompson, psicóloga clínica con amplia experiencia en el acompañamiento emocional de niños, adolescentes, personas adultas, parejas y familias. Me apasiona crear espacios de escucha, comprensión y crecimiento donde cada persona pueda sentirse segura, valorada y acompañada en su proceso de transformación personal.
Mi práctica profesional se basa en la terapia cognitivo-conductual, las terapias contextuales y el abordaje con EMDR, lo que me permite ofrecer herramientas efectivas para el manejo de distintas dificultades emocionales. A lo largo de los años, mi experiencia me ha brindado una sólida base de conocimientos que me permite brindar una atención de alta calidad clínica, centrada en el respeto, la empatía y el bienestar integral de cada paciente.
Acompaño procesos relacionados con ansiedad, ataques de pánico, depresión, trastornos de la conducta alimenticia, duelo, estrés, relaciones interpersonales, autoestima, regulación emocional, violencia de género, abuso sexual, y otras situaciones que impactan la salud mental.