Autolesiones en adolescentes ¿Qué hacer?

¿Qué hacer si mi hija o hijo adolescente se autolesiona?

La autolesión en adolescentes es una realidad silenciosa que está afectando a muchas familias. Cuando un padre, madre o cuidador descubre que su hijo o hija se hace daño intencionalmente, la sensación de angustia, culpa y confusión puede ser abrumadora. ¿Por qué lo hace? ¿Es una moda, una llamada de atención o una señal de algo más profundo? Este blog busca responder a esas preguntas desde la psicología clínica, brindando orientación basada en evidencia, estrategias de intervención y herramientas prácticas para acompañar con empatía, comprensión y eficacia.

¿Qué es la autolesión en adolescentes?
La autolesión no suicida (ANS) se refiere al acto deliberado de causarse daño físico sin intención suicida. Comúnmente se manifiesta en conductas como cortarse, quemarse o golpearse. Esta práctica ha aumentado significativamente entre adolescentes en la última década y se considera una estrategia de regulación emocional cuando no se cuentan con otras formas adaptativas para enfrentar el malestar.

2. Señales de alerta y cómo reconocerlas
Padres y cuidadores pueden notar señales como:

  • Uso constante de ropa que cubre brazos y piernas, incluso con calor

  • Heridas recurrentes o cicatrices en distintas etapas de curación

  • Presencia de objetos afilados ocultos

  • Cambios abruptos en el estado de ánimo o aislamiento

3. ¿Por qué mi hijo se autolesiona? Comprender la función emocional
La autolesión suele cumplir funciones como:

  • Regular emociones intensas como rabia, tristeza, ansiedad o vacío

  • Comunicar dolor cuando no se encuentran palabras

  • Castigarse por sentimientos de culpa o vergüenza

  • Sentir control o alivio físico ante el caos emocional

Desde la psicología clínica se entiende como una conducta funcional dentro de un contexto emocional desbordante.

4. ¿Cómo reaccionar si descubro que mi hijo se autolesiona?
Lo más importante es no reaccionar con juicio o castigo. Mostrar calma, validar el dolor y expresar preocupación desde el cuidado facilita la apertura al diálogo. Es crucial ofrecer ayuda y no minimizar lo que está ocurriendo.

5. Qué evitar: errores que pueden empeorar la situación

  • Gritar, castigar o prohibir sin acompañamiento

  • Minimizar lo que ocurre con frases como «es por llamar la atención»

  • Vigilar de forma invasiva sin explicar ni dialogar

  • Ignorar o evitar hablar del tema

6. Cómo hablar con tu hijo o hija sobre lo que le pasa
Elige un momento tranquilo, sin interrupciones. Escucha más de lo que hablas. Evita preguntas acusadoras y usa frases que validen su experiencia emocional. La meta es abrir un canal de comunicación donde se sienta visto y seguro.

7. Cuándo buscar ayuda profesional
Se recomienda acudir a un psicólogo clínico si:

  • La conducta de autolesión se vuelve recurrente o intensa

  • Hay ideación suicida

  • Existen antecedentes de trauma, abuso o bullying

  • El adolescente está en aislamiento o deterioro funcional

8. Intervención desde la psicología clínica: cómo abordamos la autolesión

El abordaje clínico con adolescentes que se autolesionan comienza siempre con una base relacional sólida. El terapeuta crea un espacio seguro donde el adolescente no se siente juzgado ni presionado, sino comprendido y acompañado. Es prioritario permitirle hablar desde su propio lenguaje y ritmo, sin invadir ni forzar relatos. Solo desde ahí se puede empezar a explorar el dolor emocional que sostiene la conducta.

Una de las primeras tareas terapéuticas es ayudar al adolescente a nombrar lo que siente. Muchos no pueden identificar con claridad sus emociones o las experimentan como abrumadoras, lo que los lleva a recurrir al dolor físico como vía de escape. Enseñamos gradualmente a reconocer señales internas, ponerles nombre y conectar con sus necesidades. A veces basta con legitimar que «estar triste no es debilidad» o que «sentir rabia no los hace malos» para que comience un proceso de autoaceptación emocional.

En paralelo, trabajamos sobre la relación que el adolescente tiene con sus pensamientos. Muchos viven atrapados en creencias rígidas del tipo «soy un fracaso», «debería poder con todo» o «si muestro lo que siento, me van a rechazar». No intentamos eliminar estos pensamientos, sino enseñarles a observarlos, cuestionarlos, e incluso a dejar de luchar contra ellos, para vivir con mayor flexibilidad mental.

A lo largo del proceso, el terapeuta introduce estrategias para que el adolescente pueda tolerar su malestar sin hacerse daño. Estas estrategias van desde técnicas de respiración, hasta el uso de elementos físicos alternativos (como hielo, bandas elásticas o escritura expresiva) que permiten descargar tensión sin autolesionarse. Lo importante no es solo evitar la conducta, sino entender que existen formas más amables y sostenibles de lidiar con el dolor.

Cuando hay experiencias traumáticas o emociones como la vergüenza y la culpa muy arraigadas, el trabajo se orienta al reprocesamiento de memorias dolorosas que siguen activando impulsos de daño. El objetivo es que el adolescente no solo comprenda su historia, sino que logre resignificarla y liberar la carga emocional que quedó anclada en su cuerpo y mente.

También es esencial trabajar con la familia. A menudo los cuidadores sienten culpa, miedo o confusión. El terapeuta los acompaña a entender que no se trata de buscar culpables, sino de crear un entorno emocionalmente validante. Se les enseña a sostener desde la empatía, a comunicarse de manera más abierta y a regular también sus propias reacciones.

Estas estrategias terapéuticas se estructuran con base en enfoques como la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), la Terapia Dialéctica Conductual (DBT y DBT-RO), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), EMDR, Brainspotting y el modelo PARCUVE.

9. Mitos comunes sobre la autolesión y lo que dice la evidencia

MitoRealidad basada en evidencia
«Lo hace para llamar la atención»La mayoría lo hace en secreto. Buscan alivio, no manipulación.
«Es solo una etapa»Sin intervención, puede cronificarse y asociarse a trastornos severos.
«Si le pregunto, le doy ideas»Hablar disminuye el riesgo. No hablarlo aumenta la vergüenza.
«Solo lo hacen adolescentes con trastornos graves»Puede aparecer en jóvenes sin diagnóstico previo.
«Si deja de cortarse, ya está bien»La conducta puede cesar superficialmente mientras la raíz emocional persiste.

Recomendaciones para madres, padres y cuidadores:

  1. Mantén la calma. Tu reacción puede determinar si tu hijo/a se abrirá nuevamente.

  2. Valida su dolor. No minimices ni ridiculices.

  3. Evita controlar desde el miedo. Observa sin invadir.

  4. Fomenta el uso de estrategias saludables de regulación emocional: arte, deporte, escritura.

  5. Busca apoyo terapéutico profesional con formación en trauma y regulación emocional.

  6. Acompaña también tu propio proceso emocional como cuidador/a.

  7. Educa a toda la familia sobre salud mental. La comprensión disminuye el estigma.

  8. Mantén una comunicación constante, empática y abierta.

Mensaje final para ti papá, mamá o cuidador(a)
Si estás atravesando esta situación con tu hija o hijo, no estás solo/a. Entender la autolesión como un grito silencioso de ayuda es el primer paso para acompañar desde el amor, la escucha y la compasión. Hay mucho que se puede hacer. A veces basta con un espacio seguro, una palabra valida o una presencia calmada para iniciar el camino hacia la sanación. Con el acompañamiento adecuado, es posible transformar el dolor en fortaleza.

Referencias:

  • Nock, M. K. (2010). Self-injury. Annual Review of Clinical Psychology, 6, 339–363.

  • Whitlock, J. et al. (2013). Nonsuicidal self-injury as a gateway to suicide. Journal of Adolescent Health, 52(4), 486-492.

  • Swannell, S. V. et al. (2014). Prevalence of nonsuicidal self-injury in nonclinical samples. Suicide and Life–Threatening Behavior, 44(3), 273-303.

  • Plener, P. L. et al. (2015). The longitudinal course of non-suicidal self-injury. Borderline Personality Disorder and Emotion Dysregulation, 2(1), 1-11.


 

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